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Un álbum de fotos que se despliega para ser escrito. La imagen quieta adquiere movimiento, relieve, textura y temperatura. Se anima y tiende sus memorias como un mantel blanco sobre la mesa familiar. Lo que estaba quieto retorna a la vida con una tridimensionalidad que es habitada por la experiencia de la infancia y los vínculos que fueron parte del aire que se respiraba: Estos somos nosotros, en las fotos:/ unos chicos que juegan en un mundo/

ya esfumado, se lee.

En este libro, Alejandro Mendez Casariego deconstruye y vuelve a construir la escena familiar donde tías adolescentes conviven con abuelos y primos; donde la madre hace girar el mundo entre sus dedos, mientras se van deshabitando las casas.

Luego vienen las hijas e hijos, las nietas y nietos, y la vida permite celebrar y tomar una foto en la que es posible volver a poner en su lugar las piezas rotas.