«Ante cada niño o niña que nace, los adultos -ya dormidos- tenemos una nueva oportunidad para dejar atrás nuestra ceguera. Y abrir los ojos del corazón a la Vida… Cada ser humano llega a este mundo sin desvelarnos aún todo su misterio. Lo hará poco a poco, a su ritmo, cuando de verdad sienta que está en un terreno seguro y fértil. Por eso necesitamos darle espacio y tiempo (pero, sobre todo, liberarlo de prisas adultas y de expectativas ajenas) para permitir que suceda la magia». (Cristina Romero)